La compañía coreana Samsung acaba de presentar el segundo informe trimestral del año con unos resultados peores de lo esperado. ¿Se les acabó el chollo?
El segunod informe trimestral del año 2014 ha traído los peores resultados que Samsung ve desde que empezó a subir como la espuma gracias a sus smartphones Android. Y no es que haya sido un mal resultado, puesto que ingresaron 51.400 millones en el trimestre, de los cuales 7.100 millones de beneficio. Para nada son malas cifras, ojalá en Dinablogs pudiéramos contar con los mismos datos, pero resulta que en el mismo trimestre del año anterior obtuvieron 9.400 millones, lo que supone una pérdida de 2.200 millones y eso llama algo más la atención.
Samsung se ha construido un gran imperio gracias a Android, de hecho la marca ha pasado de fabricar electrodomésticos para el hogar a ser un referente en la tecnología aplicada en los smartphones. Pero todos los imperios caen y si no que le pregunten a Nokia.
La marca coreana ha sido atacada por dos frentes: uno externo y otro interno. El externo viene de parte de los fabricantes chinos que han sabido adaptarse rápidamente a lo que ofrecía Samsung pero con un precio llegando a ser varias veces inferior, para que luego, tanto el terminal caro de Samsung como el terminal chino, estuvieran fabricados del mismo plástico.
Y de ahí viene el frente interno de Samsung, que no han sabido darle al usuario una sensación distinta. La marca coreana siempre ha apostado por los materiales plásticos a diferencia de Apple o HTC que se decantaron por el metal y el cristal -materiales que dan sensaciones premium– pero manteniendo el precio de ambos. Y eso está matando a la marca.
Samsung ha aprendido a hacer buenos terminales, de hecho tiene una de las mejores políticas de actualizaciones después de los Nexus, pero debe hacer algo grande y hacerlo rápido. Tienen que hacer algo con sus terminales de media y alta gama, dándoles otro toque algo más premium ahora que está en posición de poder hacerlo antes de que se les vaya la olla como a Nokia en el pasado y acaben dándose el batacazo del siglo.